Maslow. Motivación y Educación Activa

 
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Motivación y Necesidad Vital de Aprender

La motivación es el impulso vital inherente al desarrollo. La energía intrínseca  involucra  a las personas en una actividad  en la que todas las capacidades humanas se ponen en juego. Tanto el niño como el adulto actúan y evolucionan reaccionando  según sus necesidades.

La necesidad y capacidad de aprender, de saber, de adaptarse y realizarse se mantienen gracias a la motivación a lo largo de nuestra vida.

La motivación nos acompaña desde el nacimiento para adaptarnos a nuestro hábitat, desarrollarnos como seres humanos, absorber nuestra cultura y progresar en un continuo aprendizaje y renovación durante toda la vida.

La investigación y el aprendizaje son impulsados por la motivación favoreciendo el desarrollo. Buena prueba de ello es el increíble adelanto infantil en los primeros años, tanto física como intelectualmente, al aprender a andar, hablar, cantar o dibujar. Todo ello a partir de la convivencia familiar y social  mediante la imitación.

Según Abraham Maslow, el desarrollo comienza con la satisfacción progresiva de las necesidades básicas. A partir de este punto continúa la motivación para el desarrollo de cualidades y capacidades innatas, talentos, tendencias creativas, hasta llegar a la autorrealización, afectando al organismo en todas las situaciones y durante toda la vida. Del mismo modo afirma que el desarrollo es un objetivo cercano para el niño, que se produce sin buscarlo específicamente; simplemente, sucede. (Maslow 1991, en Alborés, 2019).

La motivación es constante, inacabable, fluctuante y compleja, es una característica casi universal prácticamente de todos los estados del organismo en cuestión. (Maslow, 1991).

 Intereses y Motivación Intrínseca

La motivación que dirige nuestro desarrollo es  intrínseca, proviene de nuestro interior. La energía vital se emplea en satisfacer las  necesidades fisiológicas, afectivas e intelectuales que constituyen nuestros verdaderos intereses.

Los intereses que provocan el desarrollo en el niño son espontáneos, salen desde dentro y provocan la exploración y el deseo de saber y entender. El niño saludable se sumerge y queda absorto y fascinado explorando y manipulando el mundo. (Maslow, 1991).

Es natural en los seres puros el interesarse, maravillarse, gozar y disfrutar  para seguir el camino del desarrollo  que les  conduzca al “Llegar a Ser”.

El niño sigue adelante cada vez en etapas más elevadas que le proporcionarán  nuevas y más atractivas experiencias, puesto que lo ya conocido pierde interés. Es entonces cuando se produce el desarrollo, puesto que el niño es atraído por una nueva búsqueda al estar en disposición de asumirla. La experiencia tiene validez por sí misma, no por algún criterio extrínseco a ella. (Maslow, 1991)

Es necesario resaltar que los intereses no excluyen el esfuerzo necesario para satisfacerlos. Aun así la escuela no debe sustituirlos por tareas memorísticas obligadas (Piaget, 1969). Es más “interesante” beneficioso y productivo el esfuerzo ante aprendizajes que coincidan con intereses y necesidades, es decir, con el desarrollo. Este tipo de esfuerzo encaminado a la actividad comprensiva y creativa constituirá un hábito que capacitará al estudiante para la vida.

En el mismo sentido, afirma Maslow: Las leyes de la motivación deficitaria y del esfuerzo dirigido, no sirven para el desarrollo, la espontaneidad y la creatividad. (Maslow 1991).

 Actividad y Aprendizaje Natural/Funcional

El aprendizaje natural surge de las necesidades de desarrollo, las cuales originan los intereses y la motivación intrínseca. El aprendizaje natural se activa con las vivencias de todo tipo, las relaciones humanas y el contacto con la naturaleza. El aprendizaje natural siempre implica actividad, concentración y elaboración por parte del sujeto que aprende. Aprender es vivir y actuar, no memorizar lo que dice un libro.

Para ello es preciso hacer cosas y pensar sobre ellas para mejorar el resultado obtenido, desarrollando así los conceptos sobre la propia actividad. Dicho aprendizaje satisface, enriquece, facilita y motiva el paso a nuevas experiencias cada vez más complejas.

Vigotsky (2003) destaca la importancia del lenguaje en la actividad. El lenguaje no solo acompaña a la actividad sino que es imprescindible para su realización. Para el niño es tan importante hablar como conseguir el objetivo planteado. Cuanto más complicada sea la tarea, mayor será la necesidad del lenguaje para llevarla a cabo. El momento más significativo en el curso del desarrollo intelectual (….) es cuando el lenguaje y la actividad práctica, dos líneas de desarrollo antes completamente independientes, convergen. (Vigotsky, 2003).

Idea fundamental, punto de partida del pensamiento pedagógico: “ el aprendizaje y el desarrollo son algo connatural al ser humano, “nacemos para aprender” y aprendemos “viviendo” a la vez que actuando, investigando, haciendo cosas, como “artistas”. (Alborés, 2017)

Las características del  aprendizaje natural se mantienen durante toda la vida. Las personas seguimos aprendiendo y desarrollándonos y nuestra forma de aprender es la misma. La diferencia estriba en que el desarrollo intelectual, la abstracción, las vivencias interiorizadas, son más numerosas y evolucionadas en el adulto. Es decir, evolucionamos progresivamente, lo que permite un aprendizaje, en general, menos dependiente de la experimentación, que se supone ya obtenida.

Según el diccionario de Filosofía de Rosentall y Ludin  (En Corona, Izquierdo y Flores,  2003), la actividad, en psicología, es un concepto que  caracteriza la función del individuo en el proceso de su interacción con el mundo circundante. La actividad psíquica es el nexo típico del sistema vivo con el medio, que mediatiza, regula y controla las relaciones entre el organismo y el medio.

Ambos autores afirman que la necesidad es la impulsora de la actividad, satisfaciéndose dicha necesidad por medio de acciones. La actividad depende de la existencia de la psique y, a la vez,  es la fuerza motriz que impulsa el desarrollo psicológico. Comprobamos una vez más que la necesidad motiva la actividad, es decir, que la motivación siempre llevará implícita la actividad.

La actividad psíquica comprende acciones mentales y, a la vez, exteriores; acciones sobre objetos reales mediante el movimiento de dedos, manos y pies. De este modo, la actividad interior imagina y guía la exterior, formas ambas que, por separado, han dado en llamarse teoría y práctica.

Se trata de la transformación consciente del medio, rasgo específico de la forma superior de tal actividad. (Rosentall y Ludin, 1945).

Si la actividad está estimulada por la necesidad, además de corresponder al aprendizaje natural, se comprende por ello que está motivada intrínsecamente en las personas. Por ello resulta evidente que la educación debe favorecer dicho proceso natural. El aprendizaje que conduzca al desarrollo debe basarse, por tanto, en la actividad, tanto interna como externa, que obedezca siempre a necesidades de niños y jóvenes, para que utilice la creatividad y el pensamiento, erradicando la pasividad y el memorismo de las aulas.

La construcción o desarrollo de la inteligencia -constructivismo- depende de la actividad “operatoria” espontánea del sujeto, producto de construcciones sucesivas y elaboración de estructuras nuevas que la escuela puede ignorar o favorecer según los métodos empleados. (…..) En niveles superiores un alumno puede ser enteramente “activo” en el sentido de un redescubrimiento personal de las verdades a adquirir, localizando esta actividad en una reflexión interior y abstracta. (Piaget, 1999)

Las teorías pedagógicas resaltan la necesidad de motivar, de estimular la creatividad y el pensamiento, sin embargo, por regla general, la escuela ignora estas capacidades. En este sentido es significativo que, a fuerza de contrariar el aprendizaje natural, se haya “inventado” una nueva necesidad: “aprender a aprender”. El Hombre nace sabiendo aprender. Es preciso que la escuela conozca y respete tal capacidad de aprendizaje que es un proceso psicológico como la percepción, motivación, emoción, la memoria, el lenguaje y   el pensamiento.

Por la misma razón tampoco es preciso forzar la memoria para recordar los contenidos de exámenes y pruebas ya que el puro memorismo es inútil. La memoria también es un proceso psicológico natural  que va inserto en la interiorización de las actividades humanas en su relación con el medio natural y social.

Globalización y contextualización del conocimiento

El hombre es un ser complejo que necesita un desarrollo integral; la educación debe partir del conocimiento de la complejidad humana y partir de situaciones también complejas en sus objetivos. Dichos objetivos deben concretarse en actividades globalizadas que atiendan a diferentes áreas de conocimiento de la naturaleza y de la cultura.

La complejidad significa aprehender el mundo, la naturaleza y lo social tal y como se manifiestan en la realidad, tomando modelos reales. La comprensión parcial o compartimentada de sucesos y objetos convierte nuestra inteligencia,- en palabras de Morín,  en restringida y mutilada.

(……..) La inteligencia de la que se habla no es aquella de las pruebas psicotécnicas o de los concursos académicos, sino de esa “extraña facultad del espíritu humano que consiste en dar sentido” a las situaciones en las que se encuentra o hacia las cuales desea dirigirse. (Morin y Lemoine, 2006)

La actividad contextualizada estará referida al sujeto en su ambiente y dará a los educandos la opción de adaptarse elaborando respuestas y soluciones propias, es decir,  de adquirir competencias ante los objetivos planteados.

La educación debe tomar el exterior, el ambiente, como algo propio, como un elemento integrante al servicio de la labor educativa. Se debe educar en contexto y desde el contexto porque la educación debe servir como mediador entre la persona y su ámbito. (Colom y Núñez 2005).

La actividad de resolver problemas globales y contextualizados proporcionará el interés para poner en juego los aspectos  psicomotores y afectivos como la motivación (incluso emoción), junto a los demás procesos psicológicos.

Los conocimientos de contenido y procedimentales son meros instrumentos para acceder, no solo al conocimiento, sino al pensamiento; es decir, al maravilloso proceso de elaborar ideas que, a su vez, sean soporte de otras ideas. (Colom y Núñez 2005).

 Actividad colaborativa y aprendizaje

Al mismo tiempo, un aprendizaje natural debe incluir la cooperación entre iguales, necesidad prioritaria en el mundo real  para el desarrollo social. En el vivir día a día es preciso colaborar para llevar a cabo las tareas de convivencia, desarrollo personal y de grupo. El progreso social y material no es individual sino colectivo. Por la misma razón el progreso intelectual precisa de los demás, todos tenemos algo que aportar al grupo en el que estamos situados y también recibimos aportaciones de los demás. El individualismo extremo y la competitividad no producen un desarrollo adecuado. Eso no significa que el trabajo individual no sea preciso, es imprescindible para el propio desarrollo y la colaboración.

Debemos asegurar de inmediato que la motivación humana raramente se realiza en la conducta si no es en relación con una situación y unas personas. Cualquier teoría de la motivación debe, ante todo, tener en cuenta esta realidad, incluido el papel de la determinación cultural, tanto en el entorno como en el organismo mismo. (Maslow (1991).

La Educación Contradictoria: La Desmotivación

Contrariamente a lo anterior, la motivación tiende a desaparecer en la educación, que, desconociendo las necesidades de desarrollo, las omite. Así se contrarían  los intereses y el modo natural en que se produce el aprendizaje por el afán de acelerar el proceso educativo y llegar cuanto antes a la abstracción.

Por esta razón se recurre al memorismo para que el joven, e incluso el niño, interioricen la mayor cantidad posible de “conocimientos”. El contacto con la vida y la actividad investigadora natural se sustituye por conocimiento muerto. Dicho conocimiento no resulta interesante para ellos, por lo que desmotiva y no produce verdadero desarrollo.

Hablando de la enseñanza escolar afirma Veneziano: Se trata de pensar, no de aplicar ciegamente unas reglas, de intentar desarrollar una comprensión crítica. Se trata de dar habilidades a los estudiantes para aprender por sí mismos. (G. Veneziano, 2018).

Colom y Núñez (2005) se refieren a la desmotivación en la enseñanza señalando hasta qué punto la institucionalización del saber mata el deseo de aprender; el origen de este deseo no hay que buscarlo en el exterior,  fuera del  mismo sujeto (….) sino en su propio afán e interés por conocer  lo que realmente le apetece conocer. Es decir, lo que necesita conocer o aprender a partir del desarrollo alcanzado.

Roger Schank, (2013)  habla de la “brecha insalvable” entre el aprendizaje natural y el que se ofrece en las escuelas. El aprendizaje humano natural es el que se adquiere viviendo, investigando, haciendo (Learning by doing). Así propugna el aprendizaje activo en el que es imprescindible cometer errores y rectificar. (En Rodríguez Canfranc, P. 2013).

A.I. Pérez Gómez (1999) considera que la escuela actual todavía incluye prácticas y contenidos obsoletos y la cultura escolar corresponde a situaciones pretéritas. La escuela continúa  su labor reproductora con las características de siempre sin tener en cuenta los cambios en la sociedad actual. Por su parte, el profesorado clasifica al alumnado y lo guarda sin cumplir una función educativa digna de mención.

Pérez Gómez propone  que el énfasis no debe, por tanto, situarse en la asimilación de la cultura privilegiada, sus conocimientos y sus métodos, ni en la preparación para las exigencias del mundo del trabajo o para el encaje en el proyecto histórico colectivo. Lo verdaderamente importante es el enriquecimiento del individuo, constituido como sujeto de sus  experiencias, pensamientos, deseos y afectos.

Si reflexionamos sobre las horas diarias que niños y jóvenes pasan en la escuela inmóviles y pasivos, comprenderíamos que los adultos  no podríamos soportarlas. El trabajo de los adultos supone una actividad y unos objetivos propios de los que carece el horario “lectivo”. Por ello la enseñanza requiere la disciplina para reprimir las necesidades de actividad de los niños.

Por otra parte, las programaciones escolares son desmesuradas e imposibles de cumplir. La cantidad de materias, conocimientos, temas de estudio es inmensa. Las asignaturas se suceden en el horario escolar unas tras otra, sin relación entre ellas. El conocimiento, expuesto como retahílas inconexas, es imposible de asimilar, por ello no interesa al alumnado.

Añadido a esto está el trabajo que los estudiantes llevan a casa, dos o tres horas a mayores del horario escolar. Incluso, en algunos centros,  el trabajo colaborativo se ha añadido a horas extraescolares, pasando a ser responsabilidad de las familias el organizarlo los fines de semana. Se reserva, por tanto, el horario escolar para la transmisión de los conocimientos y la recepción, relegando la actividad para ejercitarla en solitario. ¿Dónde mejor  que en la escuela, bajo la supervisión del maestro, deben realizarse trabajos individuales y colaborativos, siendo que es allí donde los niños están juntos?

La actividad con fines educativos corresponde al horario escolar, no es externa ni extraordinaria. De otra manera, la actividad del alumnado sin la observación y la intervención educativa del profesorado, es tiempo perdido. Ese tiempo debería dedicarse a actividades lúdicas, a ejercitar las capacidades de exploración, investigación y aprendizaje realizando juegos, lecturas, búsquedas, relacionándose con sus iguales de forma activa, es decir, aprendiendo a vivir en colaboración. La experiencia activa, vivida, que origina la intuición debe aprovecharse en la escuela como fundamento para la reflexión y el conocimiento consciente.

Los tan traídos y llevados deberes no corresponden a las necesidades de los niños; son actividades que deben satisfacerse en el horario escolar con currículos, planificación y metodologías adecuadas al desarrollo.

El objetivo no son las notas de los exámenes, sino la felicidad. La felicidad proviene de una vida emocionante, que incorpora habilidades laborales, capacidad de razonamiento, capacidades personales, y no incluye fórmulas matemáticas ni obras literarias que consideran sagradas las distintas culturas. Tenemos que enseñar lo que importa hoy en día. Dejemos de convertir a los niños en intelectuales y hagamos que sean ciudadanos de provecho. (Roger Schank, 2007, en López Blanco, Miriam).

No puede esperarse que exista motivación para memorizar exámenes y hacer deberes de innumerables asignaturas diferentes, lo que multiplica el tiempo ocupado en un aprendizaje inútil. La motivación precisa de la actividad que investiga y resuelve problemas. El saber no está dividido en compartimentos estancos, es global.

Cada concepto separado de un contexto real no es significativo, no produce desarrollo de la inteligencia; puede recordarse como quien recita una poesía pero no se aplicará en el trabajo ni en la vida.

Por ello es precisa la globalización del conocimiento ya que nuestras capacidades, en conjunto, nos permiten aprender al intervenir activamente en contextos o situaciones concretas. De ahí surge la motivación y la concentración, lo que implica menor esfuerzo y mayor aprovechamiento.

Cualquier fenómeno que pueda caer bajo el conocimiento de los hombres puede ser entendido por un sistema complejo sin que se reduzca a una aprehensión simplificada y descontextualizada. (Morín y Lemoine, 2006)

 

Publicado el 26 de Abril de 2019 por Josefina Alborés Núñez 

Bibliografía

Colom, J. y Núñez, L.  2005. Teoría de la Educación. Edit. Síntesis. Madrid

Maslow, A. 1991: Motivación y Personalidad. Ediciones Díaz de Santos. Madrid

Morin, E. y Le Moigne, J.L 2006: Inteligencia y Complejidad. Epistemología y Pragmática. Multiversidad Mundo Real.  Ediciones de l’aube. ISBN: 2-7526-

Piaget, J. Publicación original 1969: Psicología y Pedagogía. E-book descargado desde http://mxgo.net

Vigotsky, L.S. 2003: El desarrollo de los procesos psicológicos superiores. Crítica. Barcelona

Webgrafía

Alborés, J. 2017: Aprendizaje y desarrollo. http://pedagogiamusicaeducacion.com/aprendizaje-y-desarrollo

Corona, A. Izquierdo, A. y Flores, J. 2003: Valoración pedagógica del concepto filosófico de actividad. Canfranc, P. 2013: El learning by doing de Robert Schank: el aprendizaje ocurre cuando alguien quiere aprender. http://blogthinkbig.com/learning-by-doing/ Rosentall, M. y Ludin, P. 1945: Diccionario de Filosofía http://www.filosofia.org/enc/ros/index.htm    http://www.filosofia.org/enc/ros/activida.htm

Veneziano, G. 2018: Entrevista de C. Villar en Faro de Vigo. 10.11.2018. https://www.farodevigo.es/sociedad/2018/11/10/gabriele-veneziano-mundo-ido-direccion/1995646.html

López Blanco, Myriam, 2007: «Los colegios no deberían existir» Entrevista a Roger C. Schank.   http://www.kindsein.com/es/21/1/485/  

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