Conversando con Violeta Hemsy de Gainza

 
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Violeta Hemsy de Gainza Un poco de su historia y relevancia

Violeta Hemsy es una mujer inteligente, activa y cercana, de expresión fácil y sincera acerca de su conocimiento del mundo en general y de la pedagogía musical en particular; nacida en 1929 en Tucumán, Argentina,  es la pedagoga de la música, de habla hispana, más relevante de los siglos XX  y XXI.

Con formación universitaria en pedagogía musical, psicología social y en interpretación pianística, desde los años sesenta ha venido desarrollando una labor de renovación de las ideas pedagógico- musicales  del profesorado, tanto en Argentina como en diversos países de América y Europa,  entre los que se incluye España. Su actividad pedagógica comprende la publicación de libros, la impartición de cursos y la formación de alumnos.

La renovación de las ideas que propugna Violeta Hemsy  obedece a  los avances  que propuso el movimiento de La Escuela Nueva,  referentes  al conocimiento del desarrollo infantil y el aprendizaje natural. Se basa, además, en la revolución cognitiva de la psicología y en el  desarrollo de la pedagogía a mitad del siglo XX.

En el aspecto específicamente musical, Violeta destaca los métodos pedagógicos  activos  que, en dicha época, desempeñaron el papel más innovador en la educación musical infantil, como son el método  Willems, Dalcroze, Kodaly, Suzuki, así como en los métodos creativos de Murray Shaffer o  John Paynter,  entre otros.

Actividad Profesional

Josefina: ¿Cuál es tu dedicación en estos momentos?

Violeta: Debido a la pandemia del Covid 19 he tenido que posponer todas mis actividades habituales, tales como la enseñanza del piano con alumnos presenciales, dado el confinamiento.

Antes del confinamiento siempre estaba haciendo más cosas de las que podía hacer; como miembro del Fladem, en el que milito desde su fundación en 1995[i] impartiendo cursos, he viajado continuamente por toda Latinoamérica y Europa. Actualmente  he suspendido los viajes, estando pendiente un curso en  Costa Rica que se efectuará próximamente por video-conferencia.

Sin embargo, lo virtual no me llena ni me interesa, no es nada nuevo para mí; desde siempre ha habido personas en nuestra profesión con tendencia a hacer el trabajo de forma tecnológica, “para que la máquina ayude”.

Las circunstancias actuales limitan a la generalidad de las personas, por lo que “se tiran al agua”  de lo virtual para contentarse ante la imposibilidad de hacerlo de otra manera. Este no es mi caso, por el contrario  yo estoy en el campo de mirarnos hacia adentro para reflexionar sobre lo que nos pasa de forma integral, como personas que somos.

En estos momentos celebramos el 25 aniversario de la fundación Fladem, lo que supone una gran tarea de comunicación con colegas de todas partes del mundo, de Europa, de acá, etc. Por esta razón parecería que  “esté de moda” ya que me han nombrado miembro honorario vitalicio de varias universidades y actualmente recibo muchísimos mensajes en los que gente joven se interesa por mí. Me buscan en internet, me escriben, me hacen peticiones de diálogo sobre diferentes temas o me consultan sobre sus tesis doctorales.

Así que, por no saber decir no, he retrasado la publicación de dos libros que estoy escribiendo sobre dos temas que me han interesado toda mi vida desde que me formé como profesora y pianista: El niño y la música y La percepción musical global (o integral). Ambos temas, que no se han resuelto todavía, son temas especiales en mi vida.

Presencia en Internet

Violeta: En internet se me conoce por mi web[ii] y por los vídeos que corresponden a  algunos de los cursos que he impartido. En ellos se aprecia cómo enseño juegos de manos y otras actividades rítmicas y melódicas,  así como cuando estoy en un concierto de mis alumnos en la Biblioteca nacional. En ellos intervienen intérpretes destacados tanto en la música clásica como en la popular, ya sean mayores o niños pequeños.

Publicaciones

Violeta: He publicado alrededor de 50 libros tanto de autoría individual como en colaboración con profesores con los que me identificaba. En cuanto a los dos libros anteriormente citados, el que se titulará “La percepción musical global”  (o integral) es el libro de mi vida: ¿Qué hacemos con la música, con la formación profesional, con “la oreja”?

Todo tiene que ver con tener la música dentro, es decir, estar musicalizado. Tiene que ver con algo que sea más libre y abierto de lo que se suele hacer en la enseñanza tradicional, en el solfeo y en la enseñanza instrumental. Es mucho más que eso, no todo se aprende leyendo, se aprende haciendo, escuchando.... con actividades como tocar y cantar con notas, cantar sin nombrar las notas o cualquier otra operación en la que actúen el oído externo junto al interno.

De esta forma la actividad se convertirá  en natural, que es lo propio. La capacidad natural precisa de la práctica auditiva y vocal para su desarrollo.

Infancia y musicalización

Josefina: ¿Es frecuente no usar el oído sino  la vista y los dedos al tocar?

Violeta: Es cierto, se usa solamente la vista, y el cerebro funciona solamente decodificando el nombre de las notas. El nombre de la nota va al dedo y el dedo toca, pero no tiene consciencia de lo que toca.

La musicalización consiste en la interiorización del lenguaje de la música. Los seres humanos disponemos de dos tipos de lenguaje -hablado y cantado o musical- y estamos programados para la comprensión de ambos. El bebe oye e interioriza ambos lenguajes incluso antes de nacer, especialmente si le cantaron  durante los dos últimos meses de la gestación.

Todo lo escuchado pasa a formar parte de su oído interno; incluso el feto  interioriza la pulsación a partir de los latidos del corazón de la madre. Todo ello constituye la musicalización prenatal.

Los pequeños, por la razón de su programación natural, pueden cantar  al escuchar la música e imitarla. “Los bebés son maravillas musicales”. Las vivencias constituyen lo más importante de la educación musical infantil, las explicaciones para el canto sobran, lo mismo que sucede en el lenguaje hablado, ya que, por el contrario, son contraproducentes. Las explicaciones  intelectualizadas, además de no ser comprendidas, dificultan y suprimen  la naturalidad de la intuición.

Los bebés son completamente distintos de lo que se creía en tiempos no tan lejanos. Se pensaba que “los chicos no saben nada de nada” y todavía se reprime a los niños que juegan y experimentan con el ritmo, o con los instrumentos a su alcance. Se dice: “calláte, andáte, no hagas ruido”. No están haciendo ruido, están haciendo música.

A estas alturas de mi vida, busco, grabo, disfruto mucho con los niños que salen en internet, cantan maravillosamente…….. hasta que alguien intenta enseñarles  algo.

El poder hacer es el resultado del querer hacer, de la motivación, por ello es preciso dejar al niño que actúe musicalmente según sus intereses y sus capacidades en cada momento.

Al observar a los bebés se comprueba que son capaces de comunicarse al responder a una frase  musical tal como harían con una frase hablada; lo necesario  para ello es que el sonido esté dentro del niño, que haya sido interiorizado.

Un ejemplo de los efectos de la exposición  a la música, es decir, de musicalización, lo podemos observar en un vídeo[iii]   de un niño de corta edad, nieto del director de orquesta Zubin Mehta. Mientras escucha la música, el niño ejercita  movimientos que se corresponden con las inflexiones de la obra musical, anticipándose a las cadencias y acentos destacados, así como a las entradas de diferentes  instrumentos.

Los movimientos son naturales, “no aprendidos”; corresponden a la influencia que la música ejerce en nuestra integridad fisiológica, afectiva y mental. Esta capacidad de sentir la música, auditivamente, afectivamente y corporalmente es la que produce el desarrollo musical natural, cuyos efectos no puede conseguir  un “aprendizaje explicado” y, mucho menos, carente de la audición de música.

Historia reciente

Josefina: ¿La enseñanza mecánica antimusical ha mejorado?

Violeta: A grandes rasgos podríamos resumirlo así:

El siglo XX, que fue tan dramático, con dos guerras mundiales y la bomba atómica descargada en Japón, es un siglo en el que la educación cambia de forma drástica. En el siglo anterior era todo mucho más teórico debido al desconocimiento de la psicología humana y no había planteamientos de estudio sobre este tema; se observaba simplemente  el comportamiento externo.

El siglo XX es, por el contrario, el siglo de las enseñanzas activas que corresponde a los grandes pedagogos musicales como Dalcroze, Orff, Suzuki y otros, los grandes métodos que incluían en su actividad, no solamente el desarrollo auditivo, sino también el desarrollo corporal “amorosamente” integrado  con el musical. Los métodos europeos fueron exportados a Latinoamérica. Hubo también métodos activos en Estados unidos aunque no fueron tan conocidos como los europeos.

Los métodos activos del siglo XX  profundizan en la actividad infantil aunque, en ellos,  la creatividad corresponde al maestro  y no al alumno. La enseñanza se basa en las composiciones musicales del propio maestro.

Más tarde surgen los métodos creativos como los de Murray Shaffer o John Paynter que además de promover la actividad, la convierten en creativa. Esta época de métodos creativos duró poco debido a la aparición de las tendencias educativas neoliberales.

Las condiciones pedagógicas que proporcionaban estos métodos se detienen bruscamente a partir de la década de los ochenta; en los noventa comienza la globalización, el reino del neoliberalismo.

El neoliberalismo consiste en una vuelta atrás, en un retroceso imparable. Se dan fórmulas para todos y cada uno de los aspectos educativos, así, toda la actividad y creatividad surgida en el siglo XX quedó relegada.

En el nuevo sistema educativo se eliminó la asistencia a cursos de los grandes metodólogos, no por falta de interés, sino por falta de tiempo. El profesorado se ve abocado a una enseñanza no activa, no creativa, prefabricada, no precisamente intelectualizada, sino totalmente separada de la realidad.

Los profesores de música comenzaron a enseñar fuera del sistema oficial y se fueron al extremo contrario,  enseñar músicas variadas, jazz, clásica o de otros países en forma superficial y repetitiva, como un juego. En este tipo de enseñanza no existe la actividad infantil, simplemente se sigue la voz del profesor. Claro  que también existen honrosas excepciones en esta situación.

Las esperanzas de mejora que se preveían para el siglo XXI quedaron frustradas, la situación se prolongó y continúa siendo como en el siglo anterior.

Por tanto la música queda fuera del sistema educativo, en los coros o en diferentes grupos musicales. Consiste en un ambiente musical ruidoso que no resulta  interesante,  con una enseñanza superficial, sin ética,  que no deja una formación musical profunda, sin posibilidad de llegar a ser profesional.

En estos momentos yo escribía “El rescate de la pedagogía musical”, era preciso hacer algo para juntar de nuevo la teoría sin vida a la práctica.

Por otra parte, siempre hubo y habrá personas muy inteligentes,  al igual que  intérpretes, los cuales desarrollan sus cualidades fuera de los sistemas educativos. Sin embargo, los educadores trabajamos, y se nos debe permitir trabajar para poner al alcance del pueblo todo los que es positivo y bueno.

El lenguaje desde la infancia es la base de la educación intelectual, así como la musicalización desde la infancia es la base de la educación musical.

Violeta: Volviendo a la relación entre la musicalización y la ética musical, destaca Edgar Willems[iv], uno de los metodólogos del siglo XX. Willems no compuso canciones para enseñar la música a los niños, utilizaba canciones populares infantiles. Su aportación fundamental consistió, además de la enseñanza,  en  investigar el desarrollo musical infantil para profundizar  en la manera en que se musicaliza a una persona, en los aspectos que funcionan equilibradamente, armoniosamente integrados.

Según Willems, no basta considerar a la música como estética, sino también, y más importante todavía,  es preciso considerarla como ética.

Josefina: Lo que equivale a decir que es más importante el fondo que la forma o, dicho de otra manera, Willems consideraba el desarrollo musical humano lo más importante.

Violeta: exactamente, exactamente, Willems era una persona muy profunda, potenciaba la presencia y profundidad del niño desde el mismo momento del nacimiento.

El pajarito canta desde que nace “sin ir a clase”. De la misma manera, no es preciso dar indicaciones al niño para que cante.

Así que nuestra mirada, nuestra obligación es mejorar lo que tenemos, procurar que se cante afinado en todas las ocasiones, empezando desde chiquitos, como en el caso de mi bisnieto, al que mi nieto  expone a la  música escogida para él.

Josefina: Con respecto al tema de la educación musical teórica y mecánica, carente de vida,  ¿Conoces la situación en los conservatorios españoles?

Violeta: Mi opinión con respecto a los conservatorios españoles es que la generación actual del  profesorado  ha sido enseñada pero no musicalizada y, aun teniendo su propia musicalidad, no la sabe manejar. Es decir, los profesores no son conscientes de lo que implica su propia musicalidad y, por tanto, no la transmiten al estudiante.

Lo que nos falta

Violeta: Actualmente no hay un criterio sobre el valor musical, de lo que nos afecta  y se siente con la música. Lo importante en la actualidad, además de la integración profunda entre teoría y práctica, es empezar haciendo música.

Crecer cantando es una forma bonita de crecer, la música que puede hacer  un niño desde que tiene pocos meses, simplemente jugando,  con cuerpo y voz rítmicamente, contribuye a su musicalización. Así sucesivamente progresa con el desarrollo. Eso es más musical y creativo que la enseñanza de una solmisación “rezada” carente de musicalidad, sin interiorización musical previa.

Para enseñar es preciso analizar cómo se desenvuelven los aprendices. Lo que puede hacer musicalmente un niño de dos años es una maravilla, sin embargo  desaparece cuando entran en juego las pantallas modernas.

Por tanto nos falta conocernos y trabajarnos a nosotros mismos. En este sentido, lo que me ocurre actualmente no es que deje la música, sino que estoy volviendo a la música muy fuertemente, a toda la música que hice de memoria en mi vida, eso constituye casi un descubrimiento para mí.

He formado a mis alumnos partiendo de la musicalidad y de la comprensión de la estructura y composición musical. En una composición interiorizada, a partir de la base armónica de la pieza se analiza el fraseo, las cadencias, los temas y sus desarrollos. De este modo, de forma progresiva, la musicalidad se hace consciente al comprender por qué la música suena como suena y cómo el intérprete debe hacerla sonar.

Como resumen de todo lo anterior

Lo verdaderamente necesario es mejorar la calidad; la calidad profunda tiene que ver con la ética profunda y con la música profunda. La calidad no es lo perfecto, es lo verdadero. (Violeta Hemsy, 02.07.2020)

Josefina: Querida Violeta, ha sido un honor conversar contigo. Quedo muy agradecida de tu atención.

Violeta: Muchas gracias Josefina, el gusto ha sido mío.

Entrevista virtual realizada el 02.07. 2020 y Publicada el 14.08.2020 por  Josefina Alborés Núñez

Webgrafía

[i⌋ FLADEM Foro Latinoamericano de Educación Musical. Violeta Hemsy ha sido su presidenta hasta 2005 y, actualmente, es presidenta honoraria además de militante.  http://www.violetadegainza.com.ar/fladem/

[ii] http://www.violetadegainza.com.ar/

[iii] https://www.facebook.com/valoressinfronteras/videos/el-nieto-de-zubin-mehta-adn-medio-y-est%C3%ADmulos-ambos-c%C3%B3mo-sea-el-ni%C3%B1ito-tiene-m%C3%BAs/2461918970751164/

[iv] E. Willems: pedagogo musical del que Violeta Hemsy fue discípula, viajó a Argentina propiciado por ella misma, donde impartió cursos para el profesorado. https://fr.m.wikipedia.org/wiki/Edgar_Willems 

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