Creatividad y Educación Compleja

 
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¿Qué es la Creatividad?

La creatividad es una capacidad de la inteligencia, de nuestro pensamiento, que no está separada ni se desarrolla de forma unilateral, sino junto con las demás capacidades en el sistema complejo de la mente.

En la educación y enseñanza  es frecuente que  se teorice sobre conceptos aislados, como pueden ser la creatividad, o la motivación, que se analizan y tratan de enseñarse por separado. Lo mismo ocurre con temas de estudio para los que se diseñan estrategias de enseñanza-aprendizaje o se crean nuevas asignaturas[i].

Esta situación se debe a la visión parcializada del conocimiento, característica de nuestra  época en la que se consideran separadas las capacidades de la inteligencia, lo cual no se corresponde con la realidad del ser humano el cual está constituído como una integridad compleja, fisiológica, cognitiva y afectiva, la cual ha de desarrollarse en la sociedad y entorno natural donde le ha tocado vivir.

En este sentido,  E. Morin (2006) afirma que   el saber fragmentado y disperso nos vuelve cada vez más ciegos frente a nuestros problemas fundamentales, por ello la inteligencia de la complejidad se convierte en una necesidad vital para las personas, las culturas y las sociedades.

Morin considera que la complejidad es necesaria en todos los campos del saber para tejer los fenómenos - que en la enseñanza se presentan de forma parcial-, lo que supone un problema epistemológico que requiere la reforma del pensamiento, es decir, considerar el conocimiento como global y no fragmentario.

La inteligencia humana precisa dar sentido al conocimiento para comprenderlo y reconstruirlo en su pensamiento. Para ello necesita la acción creativa en cada individuo, la complejidad del hacer y comprender (Morin, 2006), de la misma manera que reza la idea de la Gestalt “El todo es más que la suma de las partes”, ya que el todo contiene el significado.

Por tanto, la creatividad, como componente de la inteligencia, está presente en la acción de los individuos, no es preciso enseñarla sino simplemente no anularla, sino dejarla actuar.

Necesitamos una inteligencia de la inteligencia, una reforma del pensamiento (Morin, 2006); comprender la idea del ser humano capaz de un pensamiento elaborado individualmente a partir de dar sentido al conocimiento y a la acción sobre el mismo. De este modo podremos  cambiar nuestra actitud y planteamientos frente a los saberes y la enseñanza.

La actividad creativa no es algo voluntario sino que está integrada junto al   interés, la motivación o el aprendizaje; forma parte  de la actividad humana en general y, por tanto, es precisa para el desarrollo vital.

La creación no se corresponde únicamente con un objeto o producto elaborado que se pueda mostrar a la vista o al oído, a los sentidos en general; la creatividad es una forma de pensar, de actuar, de vivir de acuerdo a nuestra individualidad y que nos caracteriza frente a otros.

Tampoco es privativa de aplicarse  a obras de arte o ideas geniales sino a la vida en general. Todos la usamos cotidianamente, incluso sin darnos cuenta,  en los momentos más insospechados, en las actividades y actitudes aparentemente más nimias.

La creatividad no es solamente propia de las personas con “talento”, sino de todas las personas e imprescindible para la vida. Por ello no debemos descuidar tal capacidad en una educación comprendida como desarrollo integral.

Vigotsky  explica la creatividad desde el punto de vista psicológico de una manera clara y precisa. La define como Toda realización humana creadora de algo nuevo, ya se trate de reflejos de algún  objeto del mundo exterior, ya de determinadas construcciones del cerebro o del sentimiento, que viven y se manifiestan en el propio ser humano.

Para el vulgo la creación es privativa de unos cuantos seres selectos, genios, talentos, autores de grandes obras de arte.(….) Existe creación donde el ser humano imagina, combina, modifica y crea algo nuevo por insignificante que parezca al compararse con las realizaciones de los grandes genios (Vigotsky, 2007).

Distingue dos tipos de impulsos: reproductor y creador.

El impulso reproductor corresponde a la memoria y no origina nada nuevo sino experiencias e imágenes que corresponden a lo vivido, aun sin ser copia exacta de la realidad. Como sabemos, la vivencia y su recuerdo son  fundamentales en el desarrollo y dejan huella en nuestra mente gracias a su plasticidad. Como la huella que deja la rueda en la tierra blanda y sirve para facilitar su paso en el futuro (Vigotsky, 2007).

Sin embargo la repetición de las experiencias vividas no es suficiente para la adaptación al medio ya que el impulso creador, con su actividad, modifica, combina lo viejo con lo nuevo y obtiene conclusiones diferentes y nuevos planteamientos. Es precisamente la actividad creadora del hombre la que hace de él un ser proyectado hacia el futuro, que contribuye a crear y que modifica su presente (Vigotsky, 2007).

Su explicación se corresponde con la idea central del constructivismo: la adaptación al medio. El aprendizaje humano no constituye una copia de la realidad, sino una elaboración personal que se produce con la continua equilibración de los esquemas o estructuras mentales. Así cada uno de nosotros  elabora o construye su propio conocimiento -aquí ya interviene la creatividad- a partir de todo tipo de experiencias vitales y con el conjunto de sus capacidades “en acción”, no solamente con algunas de ellas.

El mismo acto de aprender, de elaborar un aprendizaje ya es creativo. Así la creatividad surge a partir de vivencias y aprendizajes a los que damos respuesta libremente sin dejarnos conducir por senderos  demasiado trillados y, menos aún, por un único sendero. Las personas somos diferentes ya que ante los mismos estímulos construimos distintas elaboraciones dependiendo de nuestra individualidad.

Características de las personas creativas

En todos los manuales se ofrecen características que definen a las personas creativas. Tales como apertura, nivel de inventiva, fluidez, flexibilidad, comunicación, elaboración, etc.

Si analizamos cada una de estas características apreciaremos que son  manifestaciones   propias de la inteligencia que todos tenemos en potencia y que es preciso utilizar para su desarrollo, tanto en la vida diaria como en la educación.

Sería mucho más fácil reconocer las características de la falta de creatividad frente a la creatividad; así, cerrazón o falta de curiosidad frente a  apertura;  reproducción frente a elaboración y fluidez;  pensamiento único  frente a flexibilidad;  entre otras características.

La educación debe favorecer la aptitud natural de la mente para hacer y resolver preguntas esenciales y estimular el empleo total de la inteligencia general. Para ello  necesita el libre ejercicio de la facultad más expandida y más viva en la infancia y la adolescencia: la curiosidad, muy a menudo extinguida por la instrucción, cuando se trata por el contrario, de estimularla o, si está dormida, despertarla (Morin, 1999).

Tenemos a nuestra disposición un espejo donde mirarnos para reconocer las características creativas y las demás capacidades humanas. Simplemente observando las actividades de los niños; desde que son capaces de moverse un ápice, percibiremos que todas ellas implican creatividad.

El niño tiene intereses, es activo, se mueve, explora, busca, prueba, estudia los objetos o juguetes, los utiliza para cosas diferentes, hace cosas y, sobre todo, se divierte, ¡es feliz!  A esto le llamamos jugar pero, ciertamente, es investigar para aprender, para desarrollarse, para crecer en todos los sentidos. El desarrollo, la necesidad de equilibración de sus experiencias es lo que provoca su actividad, su motivación.

La creatividad del niño está en ebullición; interioriza lo que vive, no lo aprende de un libro ni repite literalmente lo que se le dicta. En el juego mezcla “ajos con cebollas”, relaciona lo que tiene a su alrededor. Todo lo que hace es valorado y aplaudido por los mayores porque se considera que tiene derecho a equivocarse, "ya lo hará bien", necesita practicar para aprender.

En la psicología infantil y la pedagogía figura la capacidad creadora  de los niños, el fomento de esta capacidad y su importancia en el desarrollo y madurez del niño. Si entendemos de este modo la creación, vemos fácilmente que los procesos creadores se advierten ya con todo su vigor desde la más tierna infancia (Vygotsky, 2007).

Creatividad y educación

La educación tiene como objeto el desarrollo de nuestras capacidades pero lo cierto es que los planteamientos educativos en general no atienden debidamente a la idea de desarrollo, más bien la contradicen en múltiples ocasiones.

Como sabemos, el aprender, saber y ser[ii] no depende de lo que podamos leer y memorizar en un libro o en una asignatura, sino que  se aprende viviendo, estando inmersos en un entorno cultural del que adoptamos  las creencias y actitudes de los demás, investigando para crecer, adaptarnos y seguir desarrollándonos.

Sin embargo, al entrar en la escuela, todas las actividades investigadoras y creativas del niño se suprimen. Comienza el condicionamiento: el movimiento se transforma en inactividad; el mundo real en una ficha y más tarde en libros de diferentes materias que se deben memorizar; los objetos o juguetes infantiles son sustituidos por los que suponen normas y estereotipos sociales; la naturaleza, los árboles se contemplan en fotos en un aula cerrada. Es el imperativo de la pasividad, la repetición y la memorización, en suma, la cerrazón.

La escuela lo cambia todo, el mundo real se traslada al papel; el movimiento, a estar sentado durante horas; las experiencias se cambian por el discurso de los maestros. Ya no se permite hacer algo mal, ahora tiene que salir bien, por ello no dejamos que haga nada sin una explicación previa, que conozca todos los pasos y, aun así, no resulta igual al modelo esperado. Para ahorrar tiempo ofrecemos el  modelo previamente, no le permitimos el tiempo necesario para el mínimo descubrimiento, para construir o elaborar su propia idea. Ahora el niño ya no se divierte, ¡ya no es feliz!

La creatividad y otras capacidades no se desarrollan si la educación nos ofrece documentos cuadriculados que hay que memorizar sin conocer el fundamento que los sostiene o con relatos de sucesos pasados bajo un único punto de vista. Así resulta que la copia del modelo se desvanece en su mente rápidamente y, como resultado, el niño no ha aprendido nada, no se ha desarrollado[iii].

¿Cómo actuará el niño cuando sea adulto si no se la ha permitido el desarrollo con arreglo a su naturaleza?; ¿Quizá necesitará nuevas asignaturas para estimular sus capacidades no utilizadas?

Observamos entonces que no tiene sentido añadir una asignatura de creatividad para hacer “obras de arte” aunque sea optativa; otra para eliminar las diferencias de género de la sociedad, o, aprender a investigar leyendo un libro.

Por ello no procede seguir creando asignaturas sino todo lo contrario, procede unir e integrar el conocimiento para que el aprender y saber tengan sentido global y se conviertan en ser.

Existe en la enseñanza una división férrea entre asignaturas y especialidades que no tienen relación entre ellas e impide a los aprendices “coger lo que está tejido en conjunto”  (Morin, 2006) y advertir la relación de las partes con el todo.

El desarrollo de la creatividad no se produce en tiempo separado del estudio de cada asignatura sino que debe promoverse en todo momento de la vida escolar y en cada materia , no solamente al hacer plástica o música. – Aunque es cierto que ambas materias se imparten a menudo sin estar presente la creatividad – O, ¿se imparten todavía?

Es preciso que la educación promueva actividades que emulen la vida real para que el alumnado trabaje sobre ellas, imagine posibles soluciones y haga debates con los iguales sobre los pros y los contras de unas y otras. De este modo pondrá en juego la imaginación, el pensamiento reflexivo y crítico sin limitarse a dar una única respuesta correcta.

Todas las actividades en el aula deben plantearse de forma que permitan la creatividad mediante aportaciones y respuestas propias del alumnado, no con repetición exacta de definiciones o aplicación de fórmulas memorizadas. Actividades, proyectos individuales y colaborativos que pongan en contacto al niño con el mundo circundante de forma integrada, que tengan sentido y favorezcan el interés y la motivación. Así el alumnado aplicará su propio pensamiento utilizando la intuición,  la imaginación, poniendo todas sus capacidades en juego.

La actitud para contextualizar e integrar es una cualidad fundamental del pensamiento humano que hay que desarrollar antes que atrofiar. (Morin, 2006)

Mediante la observación, la duda, la planificación y la búsqueda se emprenderá una verdadera investigación para llegar al conocimiento de un tema en un contexto determinado. Se cometerán errores que provocarán nuevos interrogantes, dirigiendo la búsqueda por otros caminos o puntos de vista, lo que redundará en un verdadero saber.

Claro está que lo anterior no significa que el alumno haga especulaciones a partir de experiencias al azar, que imagine soluciones estrambóticas o disparatadas. Cada tema debe estar centrado y abarcar diferentes saberes, ponerse en práctica a partir de experiencias y conocimientos previos bajo la guía del profesor. El maestro dirigirá el pensamiento y la reflexión del alumnado con preguntas que favorezcan la imaginación de caminos y soluciones diversas, dotando de esta forma de instrumentos psicológicos  a los alumnos.

La creatividad precisa de una visión diferente en la educación para lo que el maestro constituye un pilar fundamental. El propio maestro debe poseer una actitud creativa. En primer lugar debe ofrecer experiencias estimulantes adecuadas a las edades y necesidades de los alumnos; provocar el recuerdo y la imaginación de otras experiencias relacionadas; favorecer la reflexión ante las novedades y dar pie a la libertad de expresión del pensamiento individual y de las posibles soluciones.

Evaluación de la creatividad

En un principio, debemos dejar de centrar la evaluación en el niño y fijarla en nosotros mismos, los maestros. No procede evaluar el aprendizaje si la metodología de enseñanza no se adapta a las características naturales de los aprendices, características que han contribuido a que el hombre haya evolucionado hasta llegar a ser tal cual es.

El maestro debe observarse a sí mismo para comprenderse en cuanto a su capacidad creativa –y demás capacidades- ,  poniéndolas en juego para programar actividades que provoquen el interés, tanto a sí mismo como a sus alumnos; experiencias variadas que provoquen su curiosidad para ser  interiorizadas por los niños y facilitar el uso de  la imaginación y la fusión o relación entre ellas de una forma creativa.

Debe observar al niño para comprobar de forma tangible, en el momento, sus respuestas, su actividad constante, su facilidad para  entretenerse, es decir, su creatividad. Así comprenderá lo que el niño quiere o necesita, que es, en definitiva, lo que aprenderá.

En un trabajo de este tipo no procede la evaluación de la creatividad ni de cualquier otra capacidad por separado. Debemos prescindir de la disgregación de capacidades y entender la inteligencia, el pensamiento y el conocimiento como complejos en referencia a la visión globalizadora de Morin.

Pablo Picasso, en su famosa frase Todos los niños son artistas, el problema es cómo seguir siendo artistas al crecer, incide en esta problemática. Nos recuerda que no hay que considerar diferentes a los niños muy pequeños de los algo mayores y de los adultos. Con el paso del tiempo, el desarrollo intelectual permite aprendizajes más complejos, simbólicos o abstractos, lógicos, que son los que valora la escuela. Sin embargo las capacidades infantiles, las que nos otorga la propia naturaleza, siguen presentes y no debemos dejar de considerarlas y utilizarlas porque se atrofian, quedando nuestro desarrollo incompleto.

Publicado el 26 de Junio de 2018 por Josefina Alborés Núñez 

Notas

[i] Faro de Vigo 2018: Galicia estrenará una materia sobre igualdad de género en Bachillerato

https://www.farodevigo.es/galicia/2018/06/19/galicia-estrenara-materia-igualdad-genero/1913479.html[ii]

Alborés, J. 2017: Aprender, saber y ser. http://pedagogiamusicaeducacion.com/aprender-saber-y-ser[iii]

Robinson, K. 2006: Las escuelas matan la creatividad?  https://www.ted.com/talks/ken_robinson_says_schools_kill_creativity?language=en 

Bibliografía

Morin, E. y Lemoigne, J.L. 2006: Inteligencia de la complejidad. Colección Société et Territoire. Dirigida por Xavier Gizard y Jean Viard. www.aube.lu  © GEMR et SECPB, 2006. ISBN: 2-7526- ???

Morin, E. 1999: Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. Publicado en octubre de 1999 por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura - 7 place de Fontenoy - 75352 París 07 SP – Francia. Copyright  UNESCO 1999. EPD-99/WS/4

Vigosky, L.S.  2007: La imaginación y el arte en la infancia. Akal básica de bolsillo. Madrid. ISBN: 978-84-460-2083-7   

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