La música es una capacidad humana, por lo que no constituye una excepción en el desarrollo. Tal como afirma la pedagoga Violeta Hemsy[i], se puede comparar el desarrollo de la capacidad musical con el de la capacidad lingüística.
En el aprendizaje y desarrollo general desde el nacimiento[ii], los recién nacidos absorben mediante los sentidos lo que el entorno les ofrece y se ven afectados por él de forma integral. Las experiencias musicales absorbidas dejarán huella indeleble en forma de estructuras o esquemas mentales. Estos esquemas contribuirán a la comprensión intuitiva de la música o musicalidad.